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lunes, 26 de mayo de 2014

28. LA EJECUCIÓN.



Ahora que los achaques que me han dado últimamente se han ido disipando, me encuentro más fuerte.
Por suerte –y crucemos los dedos- de la sesera todavía ando bien.
El bolsillo es otra cosa, si meto la mano en él, se me viene a la cabeza una viñeta de Mortadelo y Filemón en la que Mortadelo –o Filemón, porque podría ser cualquiera de los dos- mete la mano en su bolsillo y lo único que consigue es volverlo del revés para que la araña que habita en él se esfume.
He contado con los dedos, y ya ha transcurrido tiempo más que suficiente para que  El Contrario se hubiera dignado a pasarle la pensión de alimentos –o parte de ella- a Nuestro Hijo.
Es hora de solicitar una ejecución de la sentencia, porque visto lo visto, me puedo morir si de esperar se trata.
De nuevo será el juez el que determine lo que hacer al respecto.
Por mi parte, lo que si he hecho, es dejar de pagar la mitad de la hipoteca. Total con mis pagos por mitades, las cuotas impagadas se han seguido acumulando a razón de una cuota impagada cada dos meses.
Creo que estoy tirando un dinero que necesitamos mi hijo y yo. A fin de cuentas, si embargan el piso, esos pagos a medias que he ido haciendo con tantísimo esfuerzo, habrán sido como echar el dinero al contenedor de la basura. Y no están los tiempos para tirar nada.

Un mes -desde que decidiera dejar de pagar mi parte de la hipoteca- es lo que han tardado en llamarme desde el banco para ver qué pasa.
He intentado que comprendieran la situación en la que me encuentro. Lo he conseguido. Quiero decir que he conseguido que me comprendan, otra cosa es que vayan a cambiar su modo de proceder por ello.
Por lo menos han empatizado conmigo -o eso me ha parecido- que no es poco.
A partir de ahora –y una vez expuestas todas las consecuencias de no pagar- sólo me queda esperar e intentar negociar la menos perjudicial de las opciones.
De momento -y como aperitivo- pasaré a formar parte –junto a El Contrario- de la larga lista oficial de morosos del país.
La verdad es que esta situación me agobia y no poco. Así que cuando Mi Hermana Pequeña me ha propuesto viajar con ella, porque tiene que asistir al Festival de Cine Latinoamericano de Vancouver –el VLAFF-, he dicho que si.

Mi Hermana Pequeña forma parte del equipo técnico de una producción cinematográfica que se exhibirá fuera de concurso. Las cosas le han ido bien últimamente, así que voy a gastos pagados.
Ya lo he dispuesto todo con Mi Madre, quien se quedará con el niño y la perrita estos días.
Tengo que pedir consejos para no parecer una cateta, porque lo más lejos que he estado de casa ha sido en Los Pirineos.
Ni que decir tiene, que jamás he subido a un avión, estoy tan emocionada…

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