Traductor -Translate

martes, 10 de diciembre de 2013

4. INTERNET, EL CONTRARIO Y YO

El Contrario…empecé a llamarlo así cuando no sabía si era mi ex pero tenía claro que ya no era mi pareja. 

Entonces me costaba ponerle un apelativo y su nombre se me atragantaba si lo mencionaba en alguna conversación. 

Fue una de mis amigas la que me dio la solución. Me pareció muy acertada. 

Internet ha sido, sin duda, un factor determinante en mi vida. 

Mis primeras andanzas con Internet fueron en casa de mi madre, donde antes de conectarse había que echar cien pesetas a un bote (cien pesetas por hora), evitando así los sustos cuando llegaba la factura. 

La mayor parte del tiempo lo desperdiciaba esperando a que se cargara la página que quería visitar. Y, cuando por fin lo hacía, me caía de la red. Aun así era divertido. 

Fue a través de Internet, mientras mataba el tiempo entre clase y clase en la universidad, cuando conocí a El Contrario. 

Me hace gracia pensar que ni siquiera me cayó especialmente bien, pero aburrirse puede ser muy contraproducente. 

Aun desconozco qué nos hizo conectar. Puede que fuera la coincidencia de que en nuestra primera cita calzásemos el mismo modelo de botas de montaña. Puede que fuera el que me llamase princesa como la perra de mi primo, o preciosa como la perra del asesino-psicópata de El silencio de los Corderos. 



Ese primer día fuimos al cine a ver una película titulada Very bad things, debí intuir un  mal comienzo en nuestra relación. 

Pues bien, El Contrario me pidió matrimonio el día en que se cumplía el décimo aniversario de aquella primera cita. O lo que es lo mismo, seis meses antes de que yo desdoblara aquel folio mientras lo esperaba en el coche a que llegase con el pollo. 

Me regaló un anillo de compromiso precioso, el mismo que conservo como los ahorros en una hucha, pues nunca se sabe cuándo pueden hacer falta. 

Yo y mi sentido práctico, porque en las películas suelen tirar la alianza por un puente al río o la lanzan desde un muelle al mar. Debe ser mucho más liberador pero no deja de ser un desperdicio. 

El Contrario me hace pensar en la película Blade Runner, seguro que Harrison Ford le haría el test de Voight-kampff y el resultado pondría de manifiesto que es un replicante carente de empatía alguna. Aunque me da la risa al comparar la persecución entre Rutger Hauer y el propio Harrison, si sustituyéramos a Rutger por El Contrario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario