En esta convivencia de chiste, sigo siendo yo
la que va a la compra para llenar la nevera y proveer de productos de higiene personal
y limpieza el “hogar”.
Después le paso los tickets de compra a El Contrario, que se toma sus días para aprobar
el gasto. Tras acumular unos diez justificantes de compra o más, y tras varias
semanas de reclamaciones por mi parte, me da la mitad de lo que gasté.
No sin antes haberse reído varias veces en mi
cara cuando le digo que me hace falta el dinero, que no puedo poner yo siempre
todo por adelantado, porque para eso tengo que pedir prestado.
Algo similar sucede con los recibos de la
luz, agua y resto de suministros, por no hablar de seguros, impuestos e hipoteca.
El tema de la limpieza también se las trae,
porque soy la única que limpia y he de decir que, aunque a menudo El Contrario “duerme” en el quinto,
prefiere ducharse y dejar sus desechos en el entresuelo.
Teniendo en cuenta que caga más que una
moscarda, a lo que se añade que no tiene por costumbre borrar los graffitis que
deja en la taza del váter, calculo que mi paciencia no aguantará mucho más.
Estoy a la espera de recibir la
correspondiente carta de pago que, con toda certeza, superará el millón de las
antiguas pesetas.
Ahora me viene a la mente la canción de Juanito Valderrama y Dolores Abril que decía -¡Mi peseta! ¡Mi peseta! ¿Qué le pasó a mi
peseta, que ahora vale dos reales? ¿Qué le pasó a mi peseta? ¡Por la gloria de
mi mare!-.
Mientras tanto, he enviado por correo decenas
de cartas con códigos de barras: con la leche Asturiana sortean sesenta mil euros, con el Nesquik y los cereales Nestle cien mil, luego está el sueldo de
dos mil euros al mes para toda la vida de Nescafé…
¡Qué bonito es soñar! Si ya lo decía Pedro Calderón de la Barca; - […] que toda la vida es sueño, y los sueños,
sueños son-.
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